Si bien no se espera que el turismo llegue a sus niveles tradicionales hasta 2022, hay esperanza que lo que resta del 2021 los indicadores empiecen a mostrar que la industria se empieza a vigorizar. Durante junio Colombia, mostró un flujo de turistas al exterior que se reactivó en 68%, además abrió sitios turísticos para viajeros internacionales como el Parque Nacional Natural El Cocuy, el cual solo estaba disponible para los connacionales.
En otro país de la región, Perú, el panorama es bastante positivo, según Claudia Cornejo, ministra de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), tienen proyectado cerrar el año con un crecimiento de 25 % en el empleo del sector, alcanzando un total de 750.000 mil puestos de trabajo, al igual se calcula un ligero aumento del turismo interno de 2%.
Desde Ostelea, Tourism Management School afirman que este año tampoco será como los anteriores a la pandemia para la industria, pues las peticiones y necesidades de los turistas han cambiado, así como las condiciones para viajar. Para empezar, todas las empresas del sector, incluidas aerolíneas y hoteles, deben garantizar condiciones de higiene óptimas para evitar el contagio y ya se habla de un Certificado Digital Verde que facilite la movilidad de viajeros dentro de la Unión Europea o Pasaporte COVID-19 para salir o ingresar desde Latinoamérica. Es por ello que el sector requiere profesionales formados que sepan trabajar en entornos VUCA, caracterizados por ser volátiles y cambiantes.
Y es que la proliferación de aplicaciones móviles para gestionar viajes, los pasajes low cost y la popularización de destinos que en el pasado eran exclusivos, han hecho que -casi ningún lugar del mundo- sea inaccesible para el viajero común. Si en el pasado, primaban los hoteles de lujo con todo incluido, ahora lo que priman son las experiencias de lujo, aquellas que puedan ofrecer un factor diferencial a cualquier precio.
Además de estas opciones, también entran en juego lugares remotos que ya ofrecen en sí mismos experiencias naturales: un viaje a África con hospedaje en medio de la selva, una visita a un viñedo con cata de vino o un viaje de lujo atravesando la estepa siberiana. Quizá el culmen del turismo de lujo en el mundo sea el viaje a la luna, disponible para unos pocos y todavía lejos de ser una alternativa comercial.
Por otro lado, la misma evolución del turismo de lujo, ha propiciado la aparición de subcategorías que vale la pena repasar:
Turismo gastronómico de lujo, en el que los chefs de renombre y las estrellas Michelin tienen mucho peso.
De diseño y moda de lujo, uno de los subtipos más atractivos del mercado. El viajero busca, por ejemplo, conocer de cerca la obra de algún arquitecto o artista, visitando los edificios donde vivió, museos dedicados a su obra o espacios de la ciudad relacionados a su vida.
Turismo de aventura, más enfocado en buscar espacios naturales recónditos como bucear en la gran barrera de coral australiana o adentrarte en el Amazonas. En este tipo de turismo entran los deportes de aventura acuáticos y terrestres, muy requeridos por los turistas.
Perspectivas al futuro
Para entender un poco más del segmento, se dice que este es aquel que implica costos elevados a cambio del máximo nivel de comodidad, servicios de primera y alojamientos exclusivos. El turista de lujo busca experiencias gratificantes, en las que puedan desconectar su mente y delegar la tarea de gestiones, reservas y compras a terceros. Esto no implica distancias largas o grandes travesías: el turismo rural de lujo es una realidad, con opciones sostenibles en medio de la naturaleza, destinos de cercanía y espacios diseñados para ofrecer un máximo confort.
Aún es tema de debate en diferentes escenarios como Anato en Colombia, el resurgir de las agencias de viaje, la importancia de la promoción mediante plataformas digitales y la relevancia de transmitir seguridad y confianza a los visitantes.
Hay que ser claros: si bien es cierto es que el turismo de lujo hará su parte, la estabilización final dependerá del avances o contracción del COVID-19, de las medidas de bioseguridad que sean necesarias y la adaptación a las nuevas realidades que esto conlleve. Estamos en medio de un cambio de paradigma y solo el tiempo dirá cómo se supera la prueba, además de la necesidad de avanzar velozmente en la vacunación.
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