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Foto del escritorClaudia Patricia Londoño

Pandemia impulsó emprendimiento de ropa sostenible

La marca de moda sostenible Malapascua, propiedad del experto en marketing Javier Arronte y del product manager Joaquín Lagone, nació en el mes de marzo del año 2020, solo unos días después de que se decretase el estado de alarma por la llegada de la pandemia de la COVID-19.


Según cuentan los fundadores, el objetivo principal de su emprendimiento fue generar un impacto positivo en el cuidado de sus comunidades y del planeta tierra a través de la moda ética, justa y sostenible.

Por ello, la irrupción de la crisis sanitaria y económica fue fundamental para dar un paso adelante y comenzar con el proyecto. “La pandemia nos hizo darnos cuenta de que el planeta necesita un cambio”, admitió Langone a El Economista. En ese sentido, la sostenibilidad se ha convertido en uno de los pilares de muchas marcas de moda, impulsadas por la necesidad de cambiar un sector altamente contaminante.

Blanca Guzmán, especialista en moda sostenible de StyleSpring, destacó que la tendencia verde ha obligado a muchas firmas a utilizar insumos sostenibles en la producción de sus prendas. “En España, el proyecto DtheBrand ha ganado notoriedad por su colección La Vila, en el que el 95 % de sus prendas están confeccionadas con algodón orgánico con certificación de productos textiles GOTS. Por su parte, Gucci y Michael Kors apuestan cada vez más por la economía circular, a través del uso de fibras y materiales orgánicos certificados en todas sus colecciones”.

En el caso de Malapascua, la compañía fabrica sus prendas con materiales reciclados y orgánicos, que son más respetuosos con el medio ambiente en cuanto al reducido uso de agua, el aprovechamiento de los recursos y el bajo impacto de emisiones de carbono. Además, algunas de sus prendas están fabricadas en un porcentaje de botellas de plástico PET recicladas y todas ellas son 100 % veganas.


Más allá de los materiales sostenibles, la firma también apuesta por unas condiciones laborales dignas. “Desde el primer granjero que siembra el algodón hasta el último manufacturero, todos están cubiertos”, aseguran. Asimismo, tanto el uso de materiales sostenibles como el comercio justo, están certificados bajo los estándares de GOTS, Fair Wear Foundation y PETA-Approved Vegan.

Proyecciones a largo plazo El objetivo de Malapascua, según cuentan los fundadores, es aumentar su producción en un 150 % para el año 2022. En el lado de la facturación, buscan aumentarla en un 160 % con respecto al objetivo que se han propuesto para este año 2021.

En la actualidad, la compañía busca financiación para su proyecto, enfocándose en instrumentos de fondos públicos en forma de créditos blandos, como los que ofrece la organización española Enisa. Sin embargo, los empresarios no descartan recurrir en el mediano plazo a la financiación privada.

Finalmente, más allá de los datos económicos, durante el primer mes de lanzamiento, Malapascua consiguió ahorrar 234.000 litros de agua con la venta de sus productos, cifra que esperan aumentar este año hasta superar los más de cuatro millones de litros.

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