La gente se reunía para escucharlos en la radio; llenaban teatros e incluso estadios para verlos en vivo. A pesar de barreras como el idioma, el mundo clásico era cercano al oyente. La veterana compañía de Ópera de Cagliari, en Cerdeña, quiere que esto vuelva a ser así. Su propósito es acercar la ópera al público; tanto, que piensa meterlo dentro del espectáculo. ¿Cómo lo hará? Mediante las últimas tecnologías.
La compañía se ha aliado con Google para llevar el Turandot de Puccini de un empujón hasta el siglo XXI. Su representación de la obra, que se estrena este miércoles 30 de julio, será la primera de la Historia en permitir a cualquier persona ver lo que ocurre en el escenario… Desde los ojos de los protagonistas.
Todo ello mediante unas cuantas Google Glass que se repartirán estratégicamente entre actores, equipo técnico y algunas personas del público: bastará con entrar en la web de la compañía o en sus redes sociales para poder seguir el espectáculo en primerísima persona. Se podrá elegir incluso el punto de vista que más apetezca en cada momento. Desde luego una experiencia sin igual.
Máquinas para las masas
No es la primera vez que las nuevas tecnologías intentan con más o menos éxito aproximar posturas entre el género operístico y el común mortal. De hecho, en 1711 el mismo Handel presentó su Rinaldo en Londres, y durante el espectáculo vendió libretos con el texto traducido al inglés para que los asistentes pudieran seguir el italiano original de la obra. Los libretos se vendían con velas para poder ver en la oscuridad. Mucho después, en 1983, hubo otro gran salto cuando la Ópera de Canadá introdujo por primera vez subtítulos proyectados sobre los actores para traducir del alemán la Elektra de Strauss.
Tres décadas han hecho falta para que se produzca otro salto tecnológico importante. Por supuesto, Google está en el ajo. Ya en 2012 colaboró con la pequeña compañía neoyorkina On Site Opera para permitir que los usuarios vieran los subtítulos de Pygmalion por Google Glass y por el móvil, haciendo de la representación algo mucho más personalizable. Ahora en Cagliari llevan el asunto bastante más allá con una experiencia inmersiva que además permite un acceso global desde cualquier punto del planeta con conexión a internet.
A pesar de lo atractivo que suena todo, para que la experiencia funcione Google tendrá que romper con las malas críticas que arrastra su producto maldito, unas Google Glass que no acaban de cuajar entre el público. Y teniendo en cuenta que la industria operística no pasa tampoco por su mejor momento, ¿no estaremos sólo ante una maniobra algo desesperada de relanzar dos mercados en la cuerda floja?, ¿o será realmente esta apuesta por la tecnología la solución definitiva a esa desconexión entre el mundo clásico y el gran público?
En Cagliari al menos apuestan fuerte por ello, y por eso cuentan con su propio Medialab de experimentación y confían a tope en sus redes sociales y los contenidos editoriales que generan. Habrá que ver qué tal aguanta el experimento, aunque de entrada es bonito ver cómo desde una de las cunas de la ópera se está intentando llevar el género hacia el futuro a base de trabajo e imaginación.
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