En el pasado hemos visto las diferencias que había entre un empresario y un emprendedor. En esta ocasión sin embargo y tomando como base este estupendo artículo de la revista Entrepreneur, hemos querido determinar qué señales, qué signos externos e internos pueden indicarte a ti y a los que te rodean que realmente eres un emprendedor.
Provienes de una familia acostumbrada a trabajar por cuenta propia
Tus padres eran autónomos, tenían su tienda, o habían montado su propio negocio. Nunca tuvieron que pedir permiso a nadie para tomar sus decisiones. Aunque no todos los emprendedores provienen de familias emprendedoras, criarse en ese clima familiar lo facilita.
No te gusta el Status Quo
Cuestionas las normas establecidas y te preguntas por qué las cosas siempre se han hecho de una misma manera, si no pueden hacerse forma diferente. No te limitas a pensar cómo pueden mejorar las cosas. Tomas la iniciativa.
Tienes seguridad en ti mismo
Tienes seguridad en ti mismo y en lo que eres capaz de conseguir. No te gusta el pesimista y consideras que incluso cuando nadie crea en ti, tu vas a seguir adelante. Eres optimista sobre ti mismo y sobre casi todo lo que te rodea.
Tienes pasión
Te apasiona lo que haces y le dedicas todo tu tiempo y energía. Incluso si no ganas dinero, es la pasión de saber que estás haciendo lo que quieres hacer, lo que guía tu proyecto vital.
No aceptas un NO como respuesta
Nunca te rindes y el NO, no está entre tus planes. Nunca abandonas.
Atraes el talento
Eres sociables y tienes facilidad para desarrollar tu red de networking. Sabes encontrar los contactos adecuados en las áreas necesarias y en general, tiendes a caer bien a la gente, que gravita hacia ti en parte por la pasión con la que te implicas en tu proyecto.
Pasas más tiempo con tu socio que con…
Tu pareja, tus hijos, tus amigos, tu familia y todos los que te rodean.
Has abandonado la universidad
Como hicieron en su momento Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg. Pero lo has hecho por las razones adecuadas, porque no encontrabas los instrumentos necesarios para llevar a cabo tu proyecto de vida.
Viajas en transporte público…
Desde la cama a tu oficina, que está en el salón de tu propia casa.
No has sido un empleado “cómodo”
Lo cual te ha provocado problemas en muchos trabajos. Te han despedido un buen número de veces y no tanto por ser un mal empleado sino por cuestionar demasiadas veces una forma de trabajar, por tener demasiada iniciativa propia.
Tu vestuario
Consiste básicamente en camisetas, vaqueros, zapatillas deportivas y en general ropa cómoda en la que poder estampar el logo de tu compañía, como si ya fuera una multinacional.
Eres competitivo por naturaleza
Odias perder, aunque sea al parchís. Estás convencido de que siempre puedes superarte y hacer las cosas mejor, en casa aspecto de tu vida.
¿Vacaciones?
Hace siglos que no disfrutas de unas auténticas vacaciones. En cambio, tu concepto de descanso se aproxima mucho más al de tener un día completo para poder trabajar en tus tareas pendientes sin sufrir ninguna interrupción.
Trabajas
Mucho más de lo que lo hacías cuando trabajabas por cuenta ajena. Tus semanas laborales no tienen 40 horas, sino más de 60.
Te cuesta delegar
Se trata de tu empresa, tu criatura y quieres controlar todos los aspectos. Te cuesta delegar y estás encima de cada detalle. Sabes que no es la mejor actitud, pero no lo puedes evitar.
Ves oportunidades en todos los sitios
Has desarrollado un instinto para detectar oportunidades de negocio y las ves en todos los sitios, sientes que te rodeas y que no puedes abarcarlas todas.
En las cafeterías…
Descubres inmediatamente cuáles son los mejores sitios, pegados a los enchufes y en los que nadie te puede molestar mientras consumes toneladas de café.
Tienes un pensamiento lógico
Que aplicas a la resolución de problemas concretos, pero con el que también te gustaría corregir la situación general en la que se encuentra el mundo.
Haces negocios desde que eras pequeño
Aprovechas los recreos de tu colegio para “traficar” y vender todo tipo de cosas, desde revistas “curiosas”, placas de coches, CD’s de música “alegal” etc. Sabías dar a tu audiencia lo que necesitaba.
Te relacionas más…
Con tus seguidores en Twitter que con las personas de “carne y hueso” que tienes en tu agenda de contactos.
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