Un hecho que ha cobrado especial relevancia en esta era digital, en la que casi cualquier mortal posee una gigantesca librería de imágenes y tiene acceso al Photoshop o Instagram de turno. Para gustos, colores, pero en Quesabesde nos hemos propuesto compilar -con la mejor de nuestras intenciones- una decena de esas habituales prácticas que en la mayoría de los casos contribuyen a arruinar una buena fotografía.
HDR
El HDR o High Dynamic Range es una de las técnicas más recurrentes de la fotografía digital. Una impostura que, aunque puede hacerse con cierta elegancia, la mayoría de las veces da como resultado imágenes más bien excesivas y pasadas de vueltas. Tal es el caso de las fotos realizadas con la función HDR Art de algunas Casio Exilim. ¿Alguien se acuerda de ellas? Esas fotos eran como una especie de cruce entre un cuadro de Van Gogh y un rótulo de neón de Las Vegas.
Filtros pictóricos de Photoshop
Un poco en la misma onda que los HDR extremos están los inefables filtros pictóricos de Photoshop, esos efectos de dudosa utilidad que convierten nuestra fotografía en algo parecido a una pintura al óleo, un dibujo al carboncillo o incluso un grabado sobre mármol. Una de esas cosas que cuando las descubres parecen la mar de divertidas y al cabo del tiempo las aborreces infinitamente.
Decoloraciones selectivas
Sin duda uno de los recursos fotográficos de los que más se ha abusado en los últimos tiempos y con el menor sentido. Que sí, que Spielberg lo usa en “La lista de Schindler” y queda estupendo, pero… ¿hay que hacerlo continuamente y sin que ni la fotografía ni lo que se quiere contar con ella lo pidan? Por cierto, este recurso no está permitido en la mayoría de concursos que organiza Quesabesde.
Enfocando que es gerundio
¿Que la foto ha salido un poco movida? ¿Que resulta que el foco está en la pared del fondo y no en la cara de la modelo? Nada que una buena dosis de máscara de enfoque no pueda arreglar… aunque al final los contornos de la imagen parezcan grabados con cincel en un trozo de granito.
¡Más contraste!
Otro de los típicos errores que cometemos los usuarios neófitos de programas de edición como Lightroom: subir el contraste de las fotos como si no hubiera un mañana. Claro que una foto bien contrastada muchas veces queda mejor que un con la luz plana, pero hay que tener un poco de mesura. Si queda algún punto intermedio entre las luces y las sombras, tampoco pasa nada.
Viñeteo gratuito
La era de las aplicaciones fotográficas también ha traído consigo la moda del viñeteo, es decir, ensombrecer los bordes de la imagen para darle un toque retro o vintage. El problema, una vez más, está en el exceso, porque no a todas las fotografías les va bien este recurso. Abundan últimamente tanto los bordes oscurecidos que al final uno tiene la sensación de que sufre de cataratas.
Marcos excesivos
Delimitar la foto con una fina línea o incluso colocarla entre franjas blancas puede ser un buen recurso, pero hay marcos que eclipsan a la propia imagen. Con sombras, con cenefas, con los bordes redondeados, con líneas de diferentes grosores, imitando un negativo fotográfico… Hay centenares de posibilidades y casi ninguna de ellas contribuye a mejorar la fotografía sino más bien a que nadie se fije en ella. Mejor reservar los marcos para el mundo analógico: en el Ikea los hay monísimos y muy baratos.
Marcas de agua masivas
Es totalmente comprensible que los fotógrafos quieran preservar su autoría con una firma o marca de agua en todas y cada una de sus imágenes. Pero, francamente, ¿merece la pena estropear una bonita fotografía para conseguir eso? No hay nada más molesto que esas marcas de agua que atraviesan la imagen de lado a lado o que se reparten por todo el perímetro de la foto a modo de mosaico, tapándolo todo. No hacen falta tantas precauciones: nadie va a querer robarnos ese contraluz en la playa con el horizonte torcido.
Títulos trascendentes
No queramos darle más trascendencia a nuestras fotografías que la que realmente tienen. Usar títulos demasiado pomposos, poéticos o elaborados la mayoría de las veces solo contribuye a crear falsas expectativas. Todo a su tiempo. Primero hay que aprender a hacer fotos, a hacerlas muy bien, a darles un sentido. Luego ya nos dedicaremos a edulcorarlas con títulos trascendentes, si fuera necesario. Tanto como el que teníamos previsto inicialmente para este artículo: “Decálogo de mala praxis en la mutación de dibujos con luz que devienen entes paradigmáticos del hórror vacui fotográfico.”
Salvar lo insalvable
A veces una foto no da para más. Si está totalmente subexpuesta o sobreexpuesta, si tiene un grano del tamaño de un garbanzo o si está desenfocada, no merece la pena intentar salvarla a golpe de edición. Es mejor asumir nuestro fracaso que acabar con una imagen destrozada y de aspecto totalmente irreal. Que nadie se lamente por no poder aprovechar una imagen: la mejor fotografía siempre está por llegar… o no.
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